A veces abrazada
a veces abatida.
Torrente de emociones
con demasiadas causas
y más efectos
de los que pretendía.
Me han dado
vida a medias
pidiendo la mía a cambio.
Y, ahora,
vivo con la eterna sensación
de sentirme insuficiente
para alcanzar la paz.
En la eterna sensación
de alargarme
y no lograr
mi expiración,
me deshago
en retales
que me dejan expuesta
en un entorno
al que no pertenezco.
Acostumbrada a pensar
que jamás encajaría
me hice
de una pieza singular
que no encuentra
fácilmente cobijo.
Y es así,
como procuro aprisionar
lo que más temo,
absuelta de sentirme
una más entre la multitud.