Me calma tu caos,
hipnotizada en el limbo
te has convertido
en mi trébol de cuatro hojas.
He de admitirlo;
soy más fuerte
por tí
que para mí.
Pero el miedo
de arrasar la arboleda
y convertirla en llanura
a veces
puede conmigo.
Me encanta ser contigo
pero me atormenta
que la imagen
que tienes de mí
no sea mi reflejo real.
Es entonces cuando
mi demonio interno
enseña los dientes
y exige protagonismo;
vuelven las expectativas,
las comparaciones,
esa sensación
de estar en mitad de la pista
y ser la única que no baila,
vuelve el desamparo,
las emociones
que abrasan
y los ojos que delatan;
vuelve la sensación
de sentir que estoy
donde quiero estar
y que, sin embargo,
no soy lo suficiente
para ello.